El enigma del cuatro



       
   Hypnerotomachia Poliphili, (bajo este título tan  complicado intentaremos hacer la debida reseña), con lo que se me ocurren dos cosas para empezar:

¿Hypnero… qué?

Una verdadera patochada, una americanada, que más bien vale para una mala película que guste a un reducido grupo de personas que para un buen libro que merezca la pena leer, y al cual dedicas una parte de tú maravilloso tiempo libre, (que es muy importante.)

Normalmente cuando termino de leer un libro y pienso como hacer la reseña de turno, no suelo mirar los comentarios que hay al respecto, y  que hacen mis diferentes colegas lectores y blogueros a lo largo de este ancho mundo, para no ser influido por los mismos. En todos estos años es la tercera vez que lo hago. Me alegra saber que una amplia mayoría tiene la misma opinión que yo, así que visto lo visto no pienso tener ningún remordimiento de conciencia. 


Caldwell y Thomason, los autores de este despropósito.

Así que, ad rem:

      Al ver tan cantidad de hojas que contenía el ejemplar en cuestión me eché un poco para atrás, daba la impresión de que iba a resultar bastante pesado, y lamento decir que no me equivoqué para nada. Terminarlo resultó un sufrimiento, por lo menos bajo mi punto de vista, pero el que me gustase el tema con el que relatase la historia, (de qué trataba) no era óbice para que  cada vez que se pasaba página uno (el que escribe estas palabras) se alejase de él a una velocidad endiablada, al igual que un embaucador lo hace de las fuerzas del orden público. 


Puente Vecchio (Florencia)

    Llegué a  estar harto de los conflictos personales que tuvieran Francesco Colonna y un tal Savoranola, enemigos comunes.  El primero en plan salvador de la patria, (protegiendo el Renacimiento) mientras que el segundo intentaba destruirlo, esto unido a una trama universitaria por robarse conocimientos, material de estudio y sabiduría han dado un mal resultado: “Aburrirme como una ostra”, hasta la extenuación, (eso sin contar que de vez en cuando y de fondo sale una de las ciudades más bonitas del mundo, como es Florencia.) Si quieres dormir este libro es una buena medicina, ya que te hará cerrar los ojos a las primeras de cambio. 

      Sobran hojas, desmedida erudición, demasiados conocimientos que no vienen a cuento, con un abusivo uso de Google para rellenar esta historia, (¿estos chicos han estudiado en Princeton?, menuda pasta pagada a lo tonto) y ese grupo de amigos que disfrutan haciendo de detectives, mientras ayudan a un compañero que es más raro que un perro verde, para que termine su tesis de fin de carrera con el “puñetero” librito de las narices… 
     No me interesan ni las hermandades, ni los clubs privados para “pijos” que uno pueda encontrar en Princeton, con todas sus tradiciones y chorradas. Los autores nos la venden como si fuera la octava maravilla, una panacea, ese maná caído del cielo que les hará ser unos excelentes hombres de provecho el día de mañana, (muy cercano para ellos y muy lejano para otros) una sociedad que les espera con los brazos abiertos, para que luchen en pos de la nada en esta cultura nuestra llena de competitividad, alejada de todo rastro de empatia con el prójimo, donde lo único que interesa es “cuanta más pasta ganes mejor”.



 Universidad de Princeton

     Un libro de difícil pronunciación, de complicado argumento (porque los autores se han dedicado a embrollarlo con demasiaqda “paja” de por medio. ¿Cobrarían por hojas…?) Un libro de inverosímil estudio y con múltiples explicaciones, cada cual más particular, (según quien lo estudie), que introduciéndolo en esta historia sin pies ni cabeza  quieren venderlo con la continuación de otra gran vendedor de humo, otro gran “inventador” de historias, (y perdonarme por el uso de esa palabra) como es Dan Brown.




Como decía, un auténtico embrollo para los protagonistas y para el sufrido lector, donde todo el mundo sobrelleva con singular integridad los problemas a que son sometidos, he quedado de la Hypnerotomachia Poliphili  hasta las narices, así que para finalizar me robo una genial frase del escritor británico Jim Crace:

“La vida es corta para leerlo todo”

   

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