El ruido del tiempo





Ficha técnica:

Título: El ruido del tiempo
Autor: Julian Barnes
Título de la edición original: The noise of time
Editorial: Anagrama (Panorama de Narrativas)
Traducción: Jaime Zulaika
Tapa: Blanda
Págs. 199
Ilustración: Vladimir Zimakov
ISBN: 978-84-339-7955-1

Argumento:

   El 26 de enero de 1936 el todopoderoso Iósif Stalin asiste a una representación de Lady Mcbeth de Mtesenk de Dmitri Shostákovich en el Bolshói de Moscú. Lo hace desde el palco reservado al Gobierno, y oculto tras una cortinilla. El compositor sabe que está allí y se muestra intranquilo. Dos días después aparece en el Pravda un demoledor editorial que lo acusa de desviacionista y decadente. Un editorial aprobado o acaso escrito de su puño y letra por el propio Stalin.

Uno para oír,
uno para recordar
y uno para beber,
(Proverbio tradicional)



    Son los años del gran terror, y el músico sabe que una acusación como ésa puede significar la deportación a Siberia o directamente la muerte. Pero Shostákovich sobrevivirá, compondrá música heroica y patriótica durante la II G.M., y el régimen comunista lo enviará como uno de sus representantes al “Congreso Cultural y Científico por la Paz Mundial en Nueva York, donde repetirá, sin salirse del guion, aquello que le dictan sus comisarios políticos.

El arte pertenece al pueblo
(V.I. Lenin)

   La historia de Shostákovich y Stalin es un ejemplo particularmente desolador de las relaciones entre el arte y el poder. Uno de los más grandes compositores del S. XX adaptó su arte a la estética oficial, abjuró de amigos y maestros, y se postró ante el dictador para sobrevivir en un período en el que sus conocidos caían como moscas. Él salvó el pellejo y, ya muerto Stalin, acabó consagrado como uno de los más grandes creadores soviéticos, pero por el camino dejó una parte de su alma, de su dignidad y de su ambición artística.



Es la porquería de la política. En las altas esferas adoraban, idolatraban a un auténtico asesino como era Stalin, cuando murió, no subió a los altares, todos sus defectos eran debidos a: “El culto a la personalidad”.

Pasan los años, pasan las épocas, pero la política sigue actuando igual. Siguen sin aprender, y nosotros nos tragamos cualquier bulo.



Opinión personal:

    Había leído alguna novela más de este autor; “Niveles de vida”, y no me gustó nada. Sin embargo la historia va de menos a más, con lo que consigue atraparte, introduciéndote en esa espiral de temor y terror que corrían y vivían por aquellos tiempos, donde pensar en negativo (para tú persona) era lo mejor que te podía pasar.
      
    De Shostákovich siempre escuché las críticas más mordaces, tildándole de todo menos de bonito, pero pienso que esta obra, este paso por la vida y obra del gran compositor ruso es imparcial, muy imparcial, presentándole como una víctima de las circunstancias, actuando como le pedían las circunstancias, no tenía más remedio, y siempre rodeado de traidores, que esperaban el menor fallo para ponerse una medalla a su costa. (Esto me suena a mí de algo, esta forma de actuar es tan antigua como la prostitución). Digo esto porque no tuvo más remedio que prostituirse en todos los aspectos, hasta tal punto que llegó a tener asco de sí mismo, y desear la muerte, no porque fuera muy religioso, sino como una fuente de tranquilidad y liberación personal.

    Para finalizar unas preguntas. Si le hubieran dejado componer ópera, ¿hasta dónde hubiera llegado su fama? Si pudiera haber compuesto como él deseaba, ¿dónde estaría su límite? ¿Sería admirado y reconocido por el gran público?








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